Y despertar del sueño precioso que me brindó la fantasía, y chocarme contra el suelo duro de la realidad. Demostrándome que los cuentos sólo ocurren en la poesía, no es hora de comer perdices, no es tiempo para comer felices.

Ahora tus manos están más lejos, ya no logro distinguirlas de la fría oscuridad, que sobre mi alma se aproxima, y sin nada me dejará. Mejor sea así.
Precintando el interior y descuidando el exterior. Ya no habrá mas días "guapos", ni expresiones de pasión.
Todos los días serán grises, y siempre, veré el mismo nubarrón.
Era de esperar que me dijeras que no.
Era de esperar que yo te dijera, que no me pasaba nada.
Era de esperar que acabara apretando los dientes.
Era de esperar que esto acabara como siempre.
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