He aquí.

Este es mi blog, un pequeño sitio donde vengo de cuando en cuando a soltar ideas en forma de entradas. Siéntete libre de curiosear lo que quieras.

Diego.

Las putas bien vistas.

Admito haberme llevado una temporada afectado por el sentimentalismo que de cuando en cuando suele abarcarme de forma casi absoluta, tratando temas sin ningún tipo de controversia, y extremadamente ñoños. Por eso vamos a volver a la mecánica de siempre, la crítica, el pensamiento crítico, el ser persona con todas sus consecuencias.

El tema que comento hoy es tan antiguo como actual al mismo tiempo. Antiguo, pues la prostitución está considerado como el oficio más antiguo de todos. Actual, porque estamos ante una campaña bastante "agresiva" contra todo aquello que mencione esta palabra. Y esto afecta tanto a prostitutas, como a proxenetas o "consumidores".
Bajo una -a priori- preciosa y correctísima moral que defiende la igualdad, y nos plantea el problema de las vejaciones y humillaciones a las que se ven vistas estas mujeres, se esconde un arma de doble filo, que no acaba de salir a la luz.

Cierto es, que hay muchas mujeres en condiciones precarias, por lugares extremadamente públicos y a horas indecentes, que -coaccionadas por numerosas mafias- venden su cuerpo por tres duros que en su mayoría, no serán para ella. No vamos a entrar en la gran duda: ¿por qué no dan caza a estas numerosas mafias en vez de perseguir a un señor cuarentón gilipollas? porque si entramos, vamos a tardar muchísimo en salir.
No obstante, si quiero entrar en otro tema, una especie de súpermundo dentro de las prostitutas, que son, las prostitutas de lujo. Venden su cuerpo, al igual que el resto. Pero existen dos diferencias:
  •  Cobran mil veces más.
  •  Lo hacen por gusto. Por el gusto que les da el dinero, vamos.
Y además, suelen ser mujeres de alto nivel social, algunas de ellas conocidas por los medios televisivos. Modelos, actrices... casi estamos hablando de una ley no escrita. Y en fin, si hablamos de grandes sumas de dinero, en este país desde luego cada vez hay menos ricos, y cada día son más ricos. Posiblemente si esas mujeres contaran quienes son sus clientes, y cuánto se han gastado... a más de uno nos daría un patatús. Por no decir, que es un ataque brutal hacia la mujer, que pasa de vender su cuerpo por dar de comer a una familia, a otra que vende su cuerpo, su moral y todo lo que pueda su señor costearle.

Seguramente los propios que multen, sean tan culpables como el resto. Pero de nuevo, habiendo mucho dinero de por medio, hay a la vez mucho silencio.

Un saludo a todos.

Déjate de felicidades.

Dentro de un par de días, será 25 de Septiembre. Ese día podríamos celebrar acontecimientos históricos de mediana importancia -según tus gustos- como por ejemplo, el nacimiento de Yoshimitsu, de Scottie Pippen o de Matías Pavoni. Sin embargo, las coincidencias no paran aquí, pues resulta que tal día de hace ya 21 años, el que nació fue el mismo que ahora les escribe los males y buenos que arremeten cada uno de los días que constan estos últimos años.

A priori puedo predecir casi con efectividad robótica que sucederá, y que no en dicho día. Será un día como otro cualquiera, de hecho, si me preguntan por lo hecho en mi pasado aniversario, no tengo la más jodida idea. Sería otro día más. Otra noche más. Pero no es algo que me abrume, o atormente, de hecho estoy más que acostumbrado a -desde pequeño- tener cumpleaños sólo con mis familiares, o a veces, sólo con mis padres. No obstante, sí que hay algo que me molesta de forma encarecida. Y son esas personas, que realmente no les importo -ni me importan- una santa mierda, pero ellos acuden a su red social de turno -ya sea facebook, tuenti...- para dejarte un comentario que pocas veces va más allá de un "¡Felicidades tío!".

Farsa. Todo una farsa. No quiero vuestra compasión, de hecho, no respeto vuestra creencia de tener que felicitar a toda persona que cumple años UN DÍA AL AÑO, para después empezar a atacar punto por punto de la vida del susodicho, EL RESTO DE DÍAS DEL AÑO. Algo está sucediendo aquí. Parece como si una plaga de hipocresía descansara sobre nuestras cabezas. Picando como insectos en agosto sobre las cabecitas huecas de los -a menudo- más "maduros y conscientes", según -qué casualidad- ellos mismos.

Para todos aquellos que se pregunten ahora mismo, si yo, siguiendo el ritmo de mi entrada, "felicito" de esta manera. No. Sólo felicito a quien de veras se lo deseo. Y ojalá más de un@ empiece a darse cuenta de que felicitar a quien sea, por lo que sea, no te hace ser mejor persona.

El día 25, tomaré medidas contra esto. 

A tout MON monde.

No puedo evitar soltar una lágrima cuando escucho esta canción:

Por muchos males que tenga, por mil veces que me rompan el corazón, por diez mil que quemen mi alma... No tiene sentido pararse a sufrir. El dolor, es inevitable. El sufrimiento, es una opción. La vida es demasiado fugaz como para detenerse a castigarse a sí mismo, y quizás lo sea incluso, para disfrutar.

Todos nos iremos. Y no dejaremos unas últimas palabras, porque lo que hoy leemos, pensamos, o hacemos... no tendrá apenas peso en el enorme periplo, que es la vida.
Esta noche, alzaré mi copa en honor de aquellos y aquellas, que dedicaron con o sin intención, parte de su tiempo, en provocarme dolor. Alzaré mi copa por todos aquellos, que gracias a estos anteriores, pudieron demostrarme que merecen la pena y mucho más de lo que yo, jamás podre ofrecer.
En resumen, alzo la copa, pensando, diciéndolo...

"A tout MON monde"

¡A remar!

La esperanza que mantiene mi alma en vilo ya no me entiende. Tengo que inventarme escusas para convencerla noche tras noche, como si de una batalla bélica se tratase. Muevo mi cuerpo hacia la próxima salida, su oxígeno me guía.
Sus pulmones marcan mi ritmo, pero la realidad pesa demasiado. Tanto, que corro peligro de ser aplastado. De hecho ya lo estoy siendo. Pero escúchame esperanza; quiero seguir, quiero continuar.
Si de su boca salen esas palabras sé que mi cuerpo va a caer como hoja que se rinde al paso implacable del otoño.

¿Estaré haciendo mal? Puede. ¿Tengo miedo al error? No. Mis decisiones van en torno a una meta que espero, merezca todo lo que deseo, o al menos logre aplacar mi mente.

He dejado todo por ella. Y no se qué más podría perder. Creo que todo, si me lo pidiera. He sido sincero conmigo mismo, ahora me muestro desnudo ante la verdad. No tengo la ultima palabra, pero si tendré la última decisión. La que muestre la solución, la que nos dé un desenlace.

Como explorador aventurero, me muevo a través del río violento que me zarandea, mientras algunos me miran con indiferencia, mientras otros pasan a mi lado observándome con recelo. Pero ellos, son diferentes, no son como yo. Yo voy a un ritmo mucho más rápido, tanto, que quizás me pase la meta pues mis brazos sólo desean libertad mientras mi corazón, anhela su compañía en tan complicado viaje.
No más lamentos ni suspiros al aire. Seguro que este esfuerzo me dará frutos. Compañeros, lugares, momentos... el camino hacia la meta lo voy a vivir con las mejores ganas que consiga sacar. Y si me paso de largo, baja la cabeza, rema y calla al corazón. Que el destino sólo premia a los que luchan por ello.

Ojalá me sigas, de lo contrario, nos vemos por el camino.

Mi mente no tenía autocorrector.

Crecía en la escritura a medida que publicaba entradas, a medida que mi corazón latía y mis dedos avanzaban. Nadie nace sabiendo, y no soy una excepción como otros grandes. Ellos nacieron con un don prodigioso que otros, tenemos que ganárnoslo a base de esfuerzo, a base de no bajar nunca los brazos.

Muchos escritos han pasado ya, ergo mucho tiempo con ellos. No hablo de minutos, ni hablo de cualquier otra cuantía que vuestras mentes imaginen. El tiempo es algo tan sumamente inconmensurable, que no existe forma de llegar a medirlo. Mis días no duran lo mismo que los vuestros. Mis noches son más largas. Mis mañanas mas cortas.
Vuelvo a leer lo escrito antaño. Por el mero hecho de querer recordar escenas de mi pasado, por mirar hacia atrás y reír ante lo bien -o mal- que lo pasé. Tras todo lo hecho, y todo lo inventado llego a la conclusión de que parto del mismo punto en el que lo dejé. Estoy otra vez en el principio, todavía no sé escribir. Sé conjugar verbos, unir palabras y crear metáforas, pero eso, no es nada comparado con los sentimientos que logran plasmar los grandes maestros de la pluma y el papel.

Pero no me arrepiento de nada de lo que aquí aparece. Mis textos, mis hijos. Mis creaciones, mis recuerdos. Mi vida. Agradezco el bálsamo creado a partir de sus letras, que me ayuda en momentos de decadencia masiva, o me empuja hacia arriba cuando más lo puedo necesitar.

Exhausto hoy, por las dolencias del destino. Examino con suma cautela las letras, intento darles el mimo justo, sin llegar a entender nada más que la perfección en su prosa. Me encierro en su jaula. Quisiera quedarme con ellas. Ser un verso. Dejar mi cuerpo y volar por el mundo escrito. Ser un párrafo. Una cita. O incluso una fábula.

Cuando las palabras ya no dicen nada, es hora de los hechos hablen. Hora de calmar la sangre, el momento de dar quite con las mentiras. Ahora es cuando hay que recoger los frutos. Ya tuvimos tiempo de sembrar, tuvimos tiempo de regar, tiempo de pensar. Veamos que nos da el futuro. O tomas mi mano, o salgo volando yo sólo.

Si, no me da miedo decirlo. SÓLO.

Sin bajas en el frente.

Todo contínua. El movimiento incansable de las masas se abalanza sobre nuestras cabezas a medida que el tiempo transcurre insaciable de nuevos frutos que recolectar. La velocidad. Celeridad pasmosa la de nuestro entorno, acostumbrado a pensar y actuar con suma presteza.

Sólo pedimos como precio del viaje, sinceridad. Aunque de forma involuntaria, no hay necesidad de realizar un camino en vano. De depositar. De mentir. De desconocer. De pecar de ingenuo. De ser inconsciente. Inconsciente de tus propias verdades. Que me siga quien guste. Mi meta no está clara, pero el camino sí. No prometo felicidad, riqueza, poder o emociones insuperables. No tengo la mejor oferta del mercado. Realmente no quiero tenerla. Estoy cómodo ante lo que soy. Mi mente descansa tranquila en letargos de sosiego. No hay razón para la beatitud. Mi alma descansa ante la expectación de nuevas emociones por sentir, pues la sed de sangre jamás descansa de los colmillos acostumbrados a beber. La energía que brota de mi cuerpo continúa constante, no insistente pero sí con altibajos suficientes para encarar con cierta curiosidad infantil lo nuevo que me depara la vida.

Llega la hora de cambiar. Decisiones tomadas, nuevas formas de encarar la vida. Ese sentimiento consciente ante lo aprendido. Desplegar todas las alas. Abrirlas por completo. No voy a volar. No me apetece tocar el astro ardiente, sólo me apetece saber que aún las tengo. Siguen ahí. Y nunca -jamás- desaparecerán de mi lado.

Los principios nos mueven hacia decisiones, las decisiones hacia los hechos, y esos hechos nos hacen conectar con unas personas, o con otras. Lástima que a veces, cambies de principios, y decidas conectar con alguien cuando -posiblemente- sea ya demasiado tarde.