El olor a la carne desnuda que emanan las pieles más lujuriosas son el atrayente de toda clase de buitres carroñeros que esperan las sobras que deje el cazador más feroz del salvaje mundo nocturno.
Me retuerzo en mis cenizas, naciendo como un nuevo Demonio formado de las ascuas del infierno más ardiente y dolido que ningún mortal jamás hubiérase imaginado. Alzo la mirada y sólo quedan llamas, más y más llamas. Pequeños senderos con bonitos paisajes se abren a medida que avanzo, pero no existen para mí, es la hora de que los Demonios vuelvan a renacer, no quedan pasajes agradables.

El Demonio sabía que en el fondo, no sería poderoso para siempre, sabía que todo se acabaría, pero nunca quiso saber cuándo. Porque en el fondo, la debilidad humana afloraba en su corazón, aunque por sus venas corría la sangre como si un volcán fuese, y estaba deseoso de emanar.
Es la hora de despertar como Demonio, dadme la mano oh siervas de la noche, que hoy el cielo arderá, sea el que sea quien reproche.
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