Siempre me encantó decir la de jugarretas que la vida me había jugado, para demostrar de un modo infantil, lo "maduro" que soy, que fui o que seré.
Siempre me consideré un tipo totalmente alejado de las urticantes heridas de los malos momentos, alguien que con el mero hecho de haber pasado lo pasado, y seguir vivo, mirando hacia delante; le es suficiente cómo para creerse alguien.

No me quedan ganas ni apenas de pensar, prefiero vivir y dejar que todo se mueva a su ritmo, que es el apropiado.
No sé si preferiría estar contigo o sin ti.
Quizá el temor al dolor, me aleje de tu cintura...
Quizá...
Quizá ya no haya ninguna cura.
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