Será que es verano. Pero empiezo a tener esos ojos azules metidos entre ceja y ceja, como si de veras fuera necesario verla todo los días para sonreír un rato, para... desconectar del mundo terrenal.
Simplemente es genial sentir el roce de tu piel y con suerte, algún beso dejarás caer. Y ojo, no los tires jamás al suelo, pues yo estoy dispuesto a recogerlos uno tras otro, y me dan igual las heridas que tenga hechas y si me agacho y se me abren, que sangre y que salga todo, hagamos limpieza desde el fondo.
Ahora queda el miedo y la forma de un vivir de uno que mira por la ventana con mas cosas en la cabeza de las que pueda retener. Demasiados cambios y demasiada información, voy a meter la pata, estoy destinado a ello. Quizá esté haciéndolo ya. Pero como todo escritor cobarde del montón, empiezo soltando alguna frase en tu honor y en el de tus ojos azules, y tu cuerpo entero y tu persona en sí, que llegaron por accidente y espero que se queden un tiempo junto a mí. Quién sabe...
No tengo ganas de que esto acabe, aunque por otra parte no ha empezado nada, ¿qué debo pensar? Las ilusiones llegan a mi cabeza, y en la tuya rebotarán ideas mejores que tratar. Me pasará lo que siempre.
Si es que...
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