He aquí.

Este es mi blog, un pequeño sitio donde vengo de cuando en cuando a soltar ideas en forma de entradas. Siéntete libre de curiosear lo que quieras.

Diego.

¡A remar!

La esperanza que mantiene mi alma en vilo ya no me entiende. Tengo que inventarme escusas para convencerla noche tras noche, como si de una batalla bélica se tratase. Muevo mi cuerpo hacia la próxima salida, su oxígeno me guía.
Sus pulmones marcan mi ritmo, pero la realidad pesa demasiado. Tanto, que corro peligro de ser aplastado. De hecho ya lo estoy siendo. Pero escúchame esperanza; quiero seguir, quiero continuar.
Si de su boca salen esas palabras sé que mi cuerpo va a caer como hoja que se rinde al paso implacable del otoño.

¿Estaré haciendo mal? Puede. ¿Tengo miedo al error? No. Mis decisiones van en torno a una meta que espero, merezca todo lo que deseo, o al menos logre aplacar mi mente.

He dejado todo por ella. Y no se qué más podría perder. Creo que todo, si me lo pidiera. He sido sincero conmigo mismo, ahora me muestro desnudo ante la verdad. No tengo la ultima palabra, pero si tendré la última decisión. La que muestre la solución, la que nos dé un desenlace.

Como explorador aventurero, me muevo a través del río violento que me zarandea, mientras algunos me miran con indiferencia, mientras otros pasan a mi lado observándome con recelo. Pero ellos, son diferentes, no son como yo. Yo voy a un ritmo mucho más rápido, tanto, que quizás me pase la meta pues mis brazos sólo desean libertad mientras mi corazón, anhela su compañía en tan complicado viaje.
No más lamentos ni suspiros al aire. Seguro que este esfuerzo me dará frutos. Compañeros, lugares, momentos... el camino hacia la meta lo voy a vivir con las mejores ganas que consiga sacar. Y si me paso de largo, baja la cabeza, rema y calla al corazón. Que el destino sólo premia a los que luchan por ello.

Ojalá me sigas, de lo contrario, nos vemos por el camino.

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