He aquí.

Este es mi blog, un pequeño sitio donde vengo de cuando en cuando a soltar ideas en forma de entradas. Siéntete libre de curiosear lo que quieras.

Diego.

Surcando los cielos.

Aquel avión logró sobrevolar los cielos de todos mis sentimientos, al fin, ocho años después de espera. Ocho años anclado en mi pesar, la pena y promesa de verlo volar.

Qué mejor regalo, que no solamente haber cumplido mi promesa, sino que además, tuve la suerte de -gracias a la magia de la música- subirme a su avión y acompañarles durante el tiempo paradisiaco que duró su vuelo.

Cerrando los ojos lograba sentir cada nota musical haciendo vibrar cada centímetro de mi piel. Mi voz, en muchísimas ocasiones se alzaba por encima del resto de fans, llegando a tonos e intensidades que desconocía sobre mí mismo. No les he fallado. He estado ahí, y he estado con una pasión capaz de derretir un glaciar.

Dejaré de lado polémicas ya resueltas. Faltaron dos integrantes de la tripulación, pero juro que durante el concierto, sentí que yo estaba reemplazándolos, que ese hueco que ellos dejaban yo lo completaba, como si estuviera en perfecta sintonía con el grupo. Como si supieran que pasaba por sus cabezas.

Y con un pie puesto en el cañón, la mirada al frente y el puño en alto. Cerré la boca a todos y cada uno de las personas que me doblaban en edad y me miraban por encima del hombro por mi juventud. Nadie volvió a mirarme mal. La gente comprendió que una pasión así de grande jamás se verá afectada por la edad. Cuando empiezas con Barón Rojo, no hay marcha atrás, no es posible bajarse, rendirse y parar. Sientes la necesidad de más, de más viajes y aventuras, y a medida que creces como persona crece tu espíritu aventurero.

De nuevo, en mi casa, con la formación al completo. Volvemos a estar todos juntos. Como siempre debieron estar, como siempre quisimos estar, unidos bajo un mismo techo...

 ...y surcando el mismo cielo.


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