Entre los dedos reposaba aquel cigarro, en la
misma postura que lo dejó. Nada había cambiado mientras pernoctaba, así
que de forma inconsciente tachó de su lista imaginaria otro refrán más
que perdía su valía en su vida: "Y mañana será otro día".
Errante era el sin sentido que lo aletargaba, y errante continuaba siéndolo ahora que había escapado de los brazos de Morfeo. El dolor de cabeza punzante
Errante era el sin sentido que lo aletargaba, y errante continuaba siéndolo ahora que había escapado de los brazos de Morfeo. El dolor de cabeza punzante
le ayudó a darle sentido a
las marcas que había por su piel, algo de pinta labios por el cuello, un
móvil apuntado en una servilleta en su bolsillo trasero. Pese a que la
noche ya había quedado atrás en su memoria, revisó el número. Vio un
nombre de mujer, y justo debajo se encontraba dicho número acompañado de
una frase: "Llámame".
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