He aquí.

Este es mi blog, un pequeño sitio donde vengo de cuando en cuando a soltar ideas en forma de entradas. Siéntete libre de curiosear lo que quieras.

Diego.

Pasó lo que jamás quise suponer.

Más de un mes sin escribir. Mi blog, convertido en mi vida, cruza por la fina cuerda suspendida en el barranco de las profundidades de yo mismo. Abajo no me espera la drepresión, se que si caigo subiré, pero las piedras me recibirán con sus cortes y arañazos, que se cerrarán, y se abrirán.
No caeré desangrado, pero voy a vomitar varias veces por el esfuerzo.

No tengo tiempo para pensar en los problemas de los demás, no puedo seguir haciendo como sino pasara nada, nadie puede, y no intentes siquiera pensar en la idea de conseguirlo, oh, broma cruel del destino. Crees darme ahora mi medicina, el karma se puso la máscara de rencor. Las dualidades comienzan a sucederse. No distingo la realidad de la fantasía. Mis ojos empapados de confusión me ciegan, no me muestran el camino. Tropiezo con tu propio pie. El dolor entonces se multiplica, y la confusión me mata. Día tras día. Noche tras noche.

Vivo con miedo. Miedo a que caiga la máscara. Y el castillo se derrumbe. Por desgracia o por suerte tienes las llaves para acceder a él, y explotarlo o vivir en el sitio. Pintando por las paredes las palabras "Te necesito". Todo se está volviendo esperpéntico. Ojalá el destino no vuelva a negarme, la simpleza, la normalidad. Miento si digo que soy capaz de no pensar en ella. Abro mi cartera para beber mas alcohol, y allí se encuentra su foto.

Las mariposas del estómago, se han tornado avispas. Me duele. Como si tuviera un nido de pirañas en los intestinos y me fueran devorando poco a poco. Me hago preguntas, no encuentro respuestas. Sólo tengo el presente. Un pasado perdido. Un futuro dudoso. Mantener mi mente entretenida en sólo un placebo inútil que dura escasos momentos.

De nuevo las dualidades. Bien o mal. Víctima o verdugo. Perdón o comprensión. Cabeza o corazón. Razón o Pasión. Orgullo o humillación. Dolor o dolor. La dualidad me da la misma medicina, y miro la receta, pero no acabo de entenderla. Quizás me esté tomando los fármacos equivocados.

Un mes sin escribir. Mi mayor racha. El desgano, la apatía. No querer pensar, pues no tienes otra cosa que no sean sus dos ojos azules. O sus palabras desgarradoras como el acero, que recuerdan un pasado injusto, pero para ella merecido. Aquel dolor no volverá, pero esas palabras dejarán huella. Para mucho tiempo.

Ya se acabó el escribir por hoy. Este esfuerzo me está costando dolor y sueño. Necesito fumar un cigarro, y pensar.

Simplemente, recordaré.

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