Aquí me veo ahora, vida, desnudo y postrado ante todo aquello que me acontece, tanto en pasado como en futuro.
Si bien me has conseguido brindar placeres dignos de estar a la altura de esos diezmos religiosos, a su vez, has sido cruel verdugo de mis bien asentadas bases.
Desde aquella última vez hasta ahora, la tierra yerma floreció y esos fantasmas de tiempos obscuros ayudan a tiernas almas a amarse, llegando a límites donde el horizonte es palpable por tu mano. A esos jóvenes, les deseo (y espero ayudar a que consigan) lo mejor.
Continuando con el devenir, en cuanto a mi pasión, me desmuestran desde la meseta y más allá, que aún sigo en sus cabezas y eso, vale mil veces más que cualquier decoración de su cintura. Y quienes piensen que es algo estúpido, no entienden nada sobre algoritmos de la felicidad.
Y yo menos.
Por qué. Te lo llevaste hija de puta. Lo quitaste de en medio. No era más que bondad en estado puro, y decidiste que debía irse. Me cago en todo lo que crees, y me sobra mierda para tu idílica justicia.
Una vez puse aquí nombre y apellidos y me quisieron llevar preso, hoy, los pongo y mas que irme, quiero que alguien vuelva.
LUIS ENRIQUE CERVERA.
Algunos te despreciaron y yo, en cambio, te vi como un igual. Las lágrimas me inundan cuando recuerdo tu imagen. Llevo años buscando tu rastro y cuando supe que lo corpóreo de ti se fue, deseé que al menos lo etéreo quede en mí y lo virtual quede aquí.
Este es mi efímero recordatorio de una persona que -juro que- mientras viva, seguirá tu recuerdo presente.
Sigo sin creer que no estés.
Te eche de menos este tiempo sin verte. Y ahora todavía más.
Imbéciles aquellos que no supieron de tu grandeza. Afortunado yo, de haber estado a tu lado. Gente como tú, hace de este mundo algo menos jodido.
Gracias por todo tío, allá donde estés, nos veremos. Y jugaremos al Mario Strikers, y lloraré como un niño.
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